El régimen de la Restauración fue resultado del fracaso de la experiencia republicana. La formación durante el Sexenio del partido alfonsino preparó el advenimiento al trono de un nuevo monarca, Alfonso XII, el hijo de Isabel II. El principal representante de este sector fue Antonio Cánovas del Castillo, quien diseñó un sistema político basado en la hegemonía de dos partidos: el Conservador y el Liberal. En torno a ellos giró la vida política durante varias décadas.
Durante el reinado de Alfonso XII (1875 - 1885) se configuraron los rasgos esenciales del sistema: la Constitución de 1876, el papel del monarca y el turno pacífico de los partidos.
Tras la muerte de Alfonso XII, su viuda, María Cristina de Habsburgo, fue nombrada regente y garantizó la estabilidad del sistema mediante el uso del turismo y del fraude electoral, junto a la existencia de redes clientelares, caciquiles y de patronazgo, sobre todo en el mundo rural.
La crisis de fin de siglo, con la derrota de 1898, inició la descomposición del sistema de la Restauración que se materializó en el siglo XX.
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